La gran competencia
Todo comenzó un día hermosamente soleado. Mindy revisaba el pronóstico del tiempo. Había una advertencia de lluvia con posibilidades de convertirse en una tormenta eléctrica, pero eso no le preocupaba a ella.
Su mente solo pensaba en la competencia de bicicleta que tendría con sus compañeros.
La carrera era asombrosa, pero la lluvia la haría mucho más divertida.
Mindy y sus compañeros vivían en uno de los barrios más pobres de la ciudad de la Florida. El barrio solo tenía 100 casas, las cuales estaban construidas de una manera muy particular. Todas las casas conformaban un gran circuito. Esto les dio la oportunidad a Mindy y a los demás de crear una pista improvisada para sus bicicletas.
La pista tenía unos barriles viejos que usaban para acumular puntos mientras corrían, era una de las reglas de la carrera. Los barriles marcaban el camino por donde ellos debían correr y quien no pasara por ahí, sería descalificado.
La idea era no chocar ni tocar los barriles, los cuales no tenían nada en especial, pero en las mentes creativas de los jóvenes, los barriles simulaban ser portales de energía que les permitían pasar a la próxima parte de la pista. Si chocaban contra ellos, explotarían.
La imaginación de los jóvenes no tenía límites.
Además de los barriles, también habían puesto algunas ruedas viejas de autos, para señalar el camino. La meta estaba entre unas palmeras de coco y, el primero que las cruzara, ganaría la carrera.
Mindy salió muy alegre en su bicicleta. El día soleado se había tornado oscuro y nublado. A lo lejos se veía que las nubes parpadeaban por los rayos que se acercaban. Mindy sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que la lluvia y los truenos llegaran al barrio.
Mindy se acercó más a la línea de partida, mientras sus amigos estaban allí esperándola. El primero en verla fue Dobry, quien estaba en una torre alta hecha de palos de madera en la base de un árbol viejo. Cuando Dobry la saludó, su otro amigo Tick se dio cuenta de que la carrera por fin comenzaría.
Tick también tenía mucha imaginación. Era fácil encontrarlo porque siempre llevaba puestos unos audífonos, los cuales no tenían cable, pero él creía que sí funcionaban, ya que en su mente podía escuchar sus canciones favoritas en cualquier momento.
Otro que vio llegar a Mindy, fue Mike, quien era un joven afroamericano, alto y delgado, con una enorme nariz y grandes ojos. A diferencia de Tick, quien se creía el mejor de todos, Mike era humilde. Mindy y él eran muy cercanos, sus casas estaban una al lado de la otra.
Mike era conocido por su gran inteligencia y por ser el joven de la bicicleta más grande.
Abona vio que Mindy le hacía una señal para que avanzara, pues en cualquier momento comenzaría a llover. Abona era una chica de piel blanca y su cabello tenía muchos colores. Su manera de vestir era muy auténtica, nadie igualaba su estilo. Para muchas personas, Abona se vestía muy extraño, pero ella veía el mundo de una manera diferente, era muy especial.
Lo más curioso de Abora era que su bicicleta tenía los espejuelos grandes y de color negro y sus lentes de protección estaban craqueados. Entre sus amigos la conocían como la más parlanchina, siempre tenía algo por decir y todo lo quería para ella.
La última en darse cuenta de que Mindy venía, fue Dorma. Ella era una chica gorda, pero también muy alta. Incluso con su peso, siempre hacía cosas que sorprendían a los demás. A ella le gustaba cualquier tipo de comida. De todos sus amigos, ella era la única que tenía el cabello rubio y corto, su color de piel era parecido al caramelo.
Ya era hora de que llegaras -dijo Dobry a Mindy.
No te quejes tanto, sabes que me gusta prepararme mucho para competir.
Pero ya estamos aquí, ¿podemos comenzar? – preguntó Tick parándose detrás de la línea de partida.
Bueno, ya escucharon a Tick, pónganse todos en la línea para comenzar – ordenó Dobry.
Todos se prepararon sin decir nada, pero de repente comenzó a llover.
A pesar de la lluvia, ninguno parecía distraído. Todos observaban la pista, mientras planeaban la manera de ganar ventaja. A lo lejos se veía que las nubes y los truenos también se acercaban.
Luego de un rato, comenzó a llover más fuerte. La lluvia combinada con la oscuridad, hacía que las luces de los rayos se vieran tenebrosas, aunque nada de eso los asustaba. No era la primera vez que competían bajo la lluvia, los truenos y los rayos, eso solo aumentaba la emoción y hacía la carrera más divertida.
Preparados, listos, ¡fuera! – gritó Dobry, mientras caía un gran rayo y todos corrían a mucha velocidad.
Dobry se asustó por el rayo y se bajó de donde estaba trepado y montándose en su bicicleta, se dirigió hacia su casa para ver las palmeras desde el balcón y saber quién sería el primero en cruzarlas.
Durante la carrera, Dorma tomó la delantera. Iba con tanta agilidad, que siempre dejaba a Mindy muy sorprendida. Nadie que notara lo alta y pesada que era, podía imaginar que sería tan rápida. Dorma siempre se aprovechaba de las personas que la subestimaban, para sorprenderlas.
Tras ella iba Tick intentando alcanzarla, pero Dorma no se lo permitía. Tick estaba molesto, pero ella no dejaba que eso la distrajera. Detrás de Tick venía Abona a toda velocidad. Pedaleaba tan rápido que parecía que saldría volando del asiento, pero su esfuerzo dio frutos, porque en un descuido de Tick, Abona dio una curva cerca de los primeros barriles, adelantando a su amigo.
Cuando ella le pasó por el lado, le sacó la lengua y siguió pedaleando con mucha fuerza. Un poco más atrás, Mike y Mindy hacían lo mejor que podían para no alejarse tanto de sus amigos.
Mindy se veía muy enfocada en no tropezar, cuando pasó los primeros barriles, pero debido a que la lluvia había aumentado mucho, chocó con una caja en el camino, quedando al lado izquierdo del camino.
El camino por el que pasaba Mindy, era más fácil pero también un poco más largo. Ella no dejaba de pedalear, pero tampoco quitaba la vista de sus amigos. Todos se mantenían en las mismas posiciones, pero Mindy se dio cuenta de que Tick imitaba los movimientos de Dorma y Abona se les acercaba poco a poco.
Vamos a ver si logras copiar todo – dijo Mindy, mientras buscaba la mejor manera de acercarse a ellos.
El resplandor de uno de los rayos iluminó el camino y Mindy notó que estaba más cerca de una pequeña subida, entonces pedaleó más fuerte para usarla como rampa. Los demás seguían compitiendo, hasta que, para sorpresa de todos, de la nada, Mindy salió volando por los aires cayendo cerca de ellos.
Pero los demás no tenían tiempo para preocuparse por ella, porque se acercaban al área donde harían muchos brincos.
Debido a la velocidad con la que Mindy venía, cuando dio el primer salto, evitó los demás. Iba tan rápido, que casi pierde el control.
Vamos, Mindy, tú puedes, tú puedes – susurró Mindy para sí misma, mientras volaba por los aires.
Mindy fue la primera en salir del área de los brincos, pero no sin pasar un susto antes. Por un momento su bicicleta se tambaleó, pero pudo controlarla sin caer al suelo. Ella sabía que lo que había hecho, había sido increíble.
Pero también sabía que los demás no se rendirían y que seguramente venían tras ella a toda velocidad, pues la carrera no había terminado. Todavía faltaba la última parte y era la más difícil de todas, porque allí estaban las curvas con los barriles y las ruedas de los autos.
Sin embargo, Mindy no perdió su enfoque. Pasó por todos los barriles, sin olvidar la curva estrecha, la cual era muy difícil. Si pasaba muy rápido, podría chocar con los barriles del otro lado, pero, si disminuía la velocidad, los demás la dejarían atrás y no tendría ventaja para llegar a la recta final.
Pero ninguna de esas posibilidades, superaban sus ganas de pasar la curva con los demás a su alrededor, aunque no cabían todos al mismo tiempo. Es por eso que siempre que competían, cada uno buscaba la manera de llegar primero a la curva, aunque la idea de ir a gran velocidad en ese momento no le gustaba mucho a Mindy, así que fue un poco más despacio.
Ahora Tick tenía la delantera, pedaleaba muy rápido y, sin darse cuenta de que Mindy había reducido su velocidad, pasó por su lado gritándole:
¡Nos vemos en la meta!
Mindy al ver que Tick iba muy rápido, se preocupó un poco e intentó advertirle, pero el ruido de la lluvia y los truenos se lo impidieron. Segundos después, sus demás compañeros también le pasaron por el lado.
¡Cuidado con la curva! – gritó Mindy, pero ninguno la escuchó.
De repente, luego de que el resplandor de un rayo cayera muy cerca de Mindy, ella notó que esa parte del suelo estaba cubierta de lodo y tuvo miedo de resbalarse, así que redujo aún más su velocidad.
Tick también se dio cuenta, pero como iba muy rápido, perdió el control, saliendo disparado y cayendo en el pasto y el lodo. Los demás intentaron frenar, pero como iban a gran velocidad, no lo pudieron hacer a tiempo y también cayeron al lodo.
Mindy se acercó a ellos y, al ver que todos estaban bien, les dijo muy calmada:
Con permiso, amigos, pero tengo una carrera que ganar.
Mindy tomó la curva con calma y esquivó las ruedas de auto, pedaleando con todas sus fuerzas por la tierra mojada, pero su pequeña estatura no ayudaba.
Sus amigos, sin perder tiempo, se montaron en sus bicicletas y también comenzaron a pedalear con fuerza, para llegar primero a la recta final. Mindy miró hacia atrás y vio que, a pesar de su ventaja, sus amigos se acercaban a ella poco a poco.
Mientras pedaleaba, un rayo cayó e iluminó el cielo oscuro. La luz le permitió ver que más adelante había un gran hueco lleno de lodo, parecía como si uno de los rayos hubiera caído en ese lugar y debido a la lluvia, se estaba llenando de agua.
Mindy estaba preocupada y no sabía muy bien qué hacer, así que redujo su velocidad e intentó advertirles a los demás.
¡Esperen! ¡Hay un hueco! – dijo Mindy, pero nadie le hizo caso.
Ella intentó alcanzarlos, pero sus amigos iban muy rápido.
Ocurrió lo inevitable, pues debido a su afán de llegar a la meta, nadie vio el gran hueco lleno de lodo y cayeron de cabeza, como si se estuvieran zambullendo en una piscina. Las bicicletas también cayeron al agua de lodo.
Mindy se cercioró de que todos estuvieran bien y supo que, si se apuraba, podría terminar la carrera antes de que ellos siquiera lo intentaran. Pero había un problema.
¿Cómo cruzo este hueco sin salirme del camino? – se preguntó Mindy a sí misma en voz baja.
Mientras más se acercaba, menos sabía qué hacer. De repente, el resplandor de un relámpago le hizo ver algo que no había notado, el rayo que quebró el suelo, también había quebrado una caja de madera y ahora parecía una rampa.
Aunque ella no estaba muy segura, en ese momento comenzó a pedalear mucho más rápido.
Sus amigos al ver que ella no se detuvo, intentaron avisarle que había un hueco, pero ellos no sabían el plan que Mindy tenía en mente. Ella creía que ellos estaban intentando salir del hueco de lodo, entonces se motivó mucho más para hacer el gran salto y ganar la carrera.
De pronto, luego de un fuerte trueno, Mindy salió volando por los aires, pasando por encima de sus amigos. Todos la miraban sorprendidos, pues desde donde estaban, no podían ver la caja rota de madera, entonces para ellos lo que Mindy estaba haciendo era imposible.
Ella voló por los aires y aterrizó cruzando la meta. Sus amigos la miraban asombrados sin entender cómo lo hizo.
Mindy también estaba sorprendida por lo que acababa de hacer, se quedó sentada en la bicicleta sin creer que había ganado. Sus amigos salieron un poco golpeados del hueco lleno de lodo, cuando de repente escucharon a Mindy gritar:
¡Lo logré! ¡Sabía que me saldría bien!
Mike siendo el primero en alcanzarla, se le acercó y dijo muy emocionado:
¡Increíble! ¡Eso fue genial! ¿Cómo pudiste hacerlo?
Tick también dijo:
Sí, dinos cómo lo hiciste, ¿cómo pudiste volar encima de nosotros?
Vamos, Tick, lo dices como si ella no fuera capaz de hacer cosas asombrosas – dijo Abona.
No creo que se trate de eso, hasta yo quiero saber cómo hizo ese truco tan genial, fue increíble – dijo Dorma, sacudiendo un poco de lodo que había en su pantalón.
Sí, dinos cómo volaste – dijo Tick.
¿Volar? Yo no volé, lo que pasó es que, cuando estaba adelante en la recta, gracias al resplandor de luz de un relámpago, pude ver que en el camino había un hueco que no había visto antes. No sé si fue un rayo lo que quebró el suelo, lo que sí sé, es que no había forma de cruzar al otro lado sin salirse de la pista, pero cuando traté de avisarles, no me escucharon. Luego, cuando los vi caer en el lodo y me di cuenta de que estaban bien, el cielo volvió a resplandecer y en ese momento vi que había una caja rota de madera. Entonces se me ocurrió que la podía usar como una rampa, así que pedaleé lo más rápido que pude y, al subir la rampa, salí disparada y crucé el hueco, convirtiéndome en la campeona – explicó Mindy a sus amigos, mientras intentaba recuperar el aire.
Bueno, pues sea como sea, lo hiciste genial – dijo Abona.
A lo lejos Dobry daba saltos de emoción por lo que había ocurrido. Todos llegaron hasta donde él estaba y los esperaba con toallas y un poco de agua.
Dobry, dime que lo grabaste – dijo Dorma.
Por supuesto, miren – respondió Dobry.
Todos observaron el gran salto una y otra vez.
Realmente fue algo impresionante – dijo Tick.
Ya todos le están dando “me gusta” en las redes sociales – dijo Dobry, mientras los demás usaban el agua de la lluvia para limpiarse del lodo.
Tú sí que no pierdes el tiempo – le dijo Mindy a Dobry.
Todos se rieron cuando la escucharon. Ya casi habían terminado de limpiarse, cuando la tormenta se tornó muy eléctrica y comenzó a sonar una sirena, la cual les advertía que debían refugiarse adentro, así que se despidieron y se fueron para sus casas.
Mindy pedaleaba sola en el camino, mientras pensaba en todo lo ocurrido. Cuando miró al cielo, notó que el viento había cambiado y la tormenta eléctrica dejó de acercarse. Minutos después llegó a su casa, guardó su bicicleta y observó su teléfono el cual estaba sonando. Era un mensaje de Dobry diciéndole que no podía esperar por ir a la escuela y saber lo que dirían todos al ver el vídeo. Mindy lo leyó, sonrió y entró a su casa, donde sus padres la esperaban con una deliciosa comida.
Un dia especial
Mindy no dejaba de pensar en cómo había ganado la competencia. Entró a la casa y notó que todo estaba muy tranquilo.
¿Mamá? ¡Má! Ya llegué… - dijo Mindy, mientras caminaba lentamente buscando a sus padres.
Ella continuó buscándolos en las habitaciones, pero no había nadie, Mindy se entristeció porque nunca le había pasado eso. Mientras más buscaba, más sola se sentía. Mindy continuó buscándolos y llamándolos en cada rincón de la casa.
Al pasar por una de las ventanas, notó que la tormenta estaba empeorando y sin saber qué más hacer, fue al lugar en el que todavía no había buscado, la cocina. Cuando entró, vio que había algo encima de la mesa y para su sorpresa, era un pequeño pastel con tres fresas encima.
Ella lo miró sorprendida, pues era su pastel favorito. Mindy se alegró mucho y dijo sonriendo:
Por eso es que los amo tanto.
Hasta que de repente, escuchó la voz de su padre diciendo:
¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!
Luego comenzaron a cantar la canción del cumpleaños, mientras sus padres salían detrás de las cortinas de la cocina y Mindy se alegró mucho más al verlos.
Cuando terminó la canción, Robert, el padre de Mindy, sacó el regalo que tenía escondido detrás y, dándole un beso y un abrazo, se lo entregó. Ella, muy emocionada, lo tomó en sus manos, pero, en lugar de abrirlo, miró a todos lados porque no veía a su mamá, entonces preocupada le preguntó a su padre:
¿Dónde está mamá? ¿Pasó algo?
No, hija, ella está bien, no te preocupes. Ven conmigo, todavía tienes que ver algo – respondió su padre.
Mindy lo miró con curiosidad, pensando qué podría ser.
Vamos, ponte esto – dijo Robert sacando un pañuelo rojo del bolsillo.
Mindy ahora estaba confundida, pero aún así tomó el pañuelo.
Confía en mí y póntelo para que puedas ir a donde quiero llevarte – continuó diciendo su padre.
Sí, papá, confío en ti, solo que todo esto me tomó por sorpresa – respondió Mindy dejando el regalo en la mesa y poniéndose el pañuelo en los ojos.
Robert se aseguró de que Mindy no pudiera ver nada, la tomó de la mano y comenzó a caminar con ella, dirigiéndola hacia la parte trasera de la casa, donde la madre de Mindy tenía una gran sorpresa.
Cuando llegaron, Robert entró primero, pero cuando Mindy intentó pasar, la puerta golpeó a Mindy al cerrarse.
¡Auch! ¡Papá! ¿Qué haces? ¡Me dolió mucho! – exclamó Mindy sobándose el brazo.
Disculpa, hija, es que se soltó la puerta y se cerró más rápido de lo que pensé – respondió su padre, abriendo la puerta de nuevo para que ella entrara.
Está bien, papá, continuemos, pero ten más cuidado, no quiero golpearme otra vez – dijo Mindy.
Ven, ya estamos cerca – contestó su padre, guiándola hasta el lugar donde debía pararse.
Ya llegamos, ya puedes quitarte el pañuelo.
Mindy estaba muy contenta de ver por fin de qué se trataba todo ese misterio. Su madre Ruby estaba junto a varios de sus amigos, quienes tenían instrumentos en sus manos.
Cuando todos se dieron cuenta de que Mindy estaba allí, comenzaron a tocar y a cantar la canción que les había enseñado Ruby. Todos lo hacían con mucha alegría y aplaudían al ritmo de la música.
Mindy no podía creer lo que estaba viendo y escuchando, sus padres y sus amigos bailaban y cantaban con amor y emoción. Mindy les dio un abrazo a sus padres sintiéndose muy agradecida, ya que, a pesar de que su familia no tenía mucho dinero, siempre buscaban la manera de impresionarla.
Cuando la canción terminó, todos gritaron:
¡Felicidades, Mindy Cross! ¡Que cumplas muchos años más!
Mindy estaba muy agradecida y emocionada, entonces comenzó a aplaudir en señal de agradecimiento.
Gracias a todos por esta linda sorpresa – dijo Mindy con una gran sonrisa.
Todo lo mejor es para ti, te amamos – dijo su madre dándole un abrazo.
Ma, les agradezco mucho esta sorpresa, pero… ¿de dónde sacaron todo esto? No me digas que gastaste tus ahorros por mí – dijo Mindy.
No, hija, todos nos juntamos y colaboramos con mucho amor para hacer esta sorpresa para ti – respondió Robert.
Sí, mi amor y como vez, creo que valió la pena, ¿verdad, amigos? – preguntó Ruby a los amigos de Mindy.
Cuando la escucharon, asintieron con sus cabezas, sonriéndole a Mindy, quien se sentía muy alegre, agradeciendo a cada una de las personas que estaban ahí.
¿Ves, hija? Con esfuerzo y ayuda, se pueden lograr muchas cosas – dijo Ruby.
Eso veo, mamá – respondió Mindy con una sonrisa.
Mi nena está creciendo mucho, pronto será toda una jovencita – dijo Robert.
Papá, no exageres, apenas son 8 años, todavía me falta mucho para ser una adolescente – dijo Mindy.
No te preocupes, mi amor, sé que te gusta enfocarte en el ahora, pero como somos tus padres, no podemos ignorar lo mucho que has crecido – dijo Ruby.
Ustedes son muy buenos conmigo siempre, me alegra mucho que sean mis padres – dijo Mindy acercándose para abrazar a sus papás.
Los demás al verlos, se conmovieron mucho y comenzaron a aplaudir de alegría. Mindy se dio cuenta de que todos la miraban, se sonrojó un poco y dijo:
¡Má! ¡Pá! ¡Todos nos están mirando!
No seas así corazón, siempre serás nuestra bebé, nunca lo olvides – dijo Ruby.
Mindy no dijo nada, pero les dio a todos una mirada avergonzada.
Voy a traer el pastel – dijo Robert, soltando a Mindy.
Su madre le dio un apretón más y le dijo al oído:
Está bien, sé que, en tu forma de ver las cosas, te da pena con los demás. Ahora ve con tus amigos, mi niña.
Mindy le devolvió el abrazo a su mamá y, al separarse, se acercó a sus amigos.
¡Feliz cumple! Ya eres más grande que yo, ¿cómo te sientes? – preguntó Abona muy emocionada.
No exageres, solo es mayor que tú por cuatro días – dijo Tick.
No creo que eso sea importante, solo queremos saber cuál fue la mascota que te regalaron. Dime, amiga, ¿qué mascota te dieron? – preguntó Dorma.
Mindy no sabía qué decir, hasta que, de repente, su madre se acercó lentamente interrumpiéndolos:
Disculpen, chicos, el pastel está listo, así que vayan por él porque se derrite el helado.
Todos fueron rápidamente a tomar su pedazo de pastel, mientras Ruby notaba que los amigos de Mindy observaban con atención todo el lugar, buscando dónde podría estar escondida su nueva mascota, así que se les acercó y les dijo:
Quiero decirles que, debido a la lluvia, no pudimos recibir el regalo sorpresa, pero mañana seguramente lo tendremos.
Mindy miró a su madre muy sorprendida, pues sabía que no le permitían tener mascotas.
Así que mañana sabrán cuál será la nueva mascota de Mindy – continuó diciendo Ruby.
La mamá de Abona, llamada Margarita, se acercó a Robert y le dijo:
No sean así, díganos al menos qué tipo de mascota es. ¿Será un perrito como todos los demás chicos?
Margarita, por eso se llama sorpresa. Si les digo, ya no será una sorpresa. Queremos sorprender a nuestra hija y a sus amiguitos – contestó Robert, quien observaba a su esposa sin saber qué más decir.
Bien dicho, mi amor, la lluvia nos habrá hecho esperar más de lo planeado, pero todavía es una sorpresa, así que debemos ser pacientes – dijo Ruby mientras repartía los últimos pedazos de pastel y helado.
Cuando todos terminaron de comer, empezaron los juegos que habían preparado para la fiesta. Todos los invitados se pusieron a jugar y quien no lo hiciera, comía refrigerio de las mesas.
Ruby aprovechó que todos estaban entretenidos, así que se acercó a su esposo y le dijo en voz baja:
No sé cómo lo haremos, pero hay que conseguir una mascota, ¿tenemos dinero para comprar una?
No sé cómo lo haremos, no sé por qué les dijiste eso – respondió Robert.
Los chicos hablaban de mascotas y, al ver la mirada y el silencio de Mindy, eso fue lo único que se me ocurrió. Sabes lo importante que es para ella lo que los demás piensen – dijo Ruby.
Tú siempre tan creativa y amorosa, por eso te amo tanto. No sé cómo, pero por ti y por nuestra hija, haría hasta lo imposible por conseguir una mascota.
Mientras ambos conversaban, Mindy los observaba un poco curiosa por saber de qué estaban hablando, pues seguía sorprendida de que sus padres le dijeran que tendría una mascota, eso la había tomado por sorpresa. Pero lo que ella no sabía, era que su padre también estaba sorprendido de lo que había ocurrido.
Él notó que su hija lo miraba y le sonrió, entonces Mindy le devolvió la sonrisa. Sus ojos y su sonrisa motivaron a Robert.
No te preocupes, mi amor, cumpliremos la promesa y mañana traeré la sorpresa para nuestra niña – dijo Robert, dándole un beso en la frente a Ruby.
Ella se sintió un poco más aliviada y le devolvió el beso a su esposo. Luego fue a llevarles refrescos a los invitados, pero Robert se dio cuenta de que había parado de llover y se quedó mirando por la ventana, pensando en cómo haría para cumplirle la promesa y traer una mascota a casa.
Nuevo dia
Al otro día por la mañana, Mindy despertó debido a la luz del sol que entraba por la ventana e iluminaba toda la habitación. Ella abrió la ventana y notó que no había ni una sola nube. Era un hermoso día soleado.
Todavía era temprano para la escuela, así que se fue bañar y a cepillar los dientes. Desde el baño podía oler el rico aroma de los panqueques que su madre estaba preparando, también se escuchaba la voz de su padre mientras se preparaba para el trabajo y la de su madre cantando su canción favorita.
Todo ocurría como era de costumbre. Un nuevo día y la rutina de cada mañana. Sin embargo, la mente de Mindy solo pensaba en una cosa. Su nueva mascota.
Mindy, no te tardes, ¡el desayuno está casi listo! – gritó Ruby desde la cocina.
Está bien, ma, ya voy – respondió Mindy.
Cuando terminó de prepararse, salió de su cuarto y vio que su padre todavía no estaba listo. Robert era un hombre sencillo y apuesto, dueño de una compañía de servicios de limpieza llamada Siempre Limpio.
Todas las mañanas de trabajo tenían siempre la misma rutina. Desde joven le gustaba correr, así que cada mañana salía a correr varias millas y luego se preparaba para ir a trabajar.
Pa, si te tardas más, me comeré tus panqueques – dijo Mindy en tono juguetón.
Ya terminé, así que veremos quién llega primero – respondió su padre con una sonrisa, mientras corría hacia la cocina.
Mindy al escucharlo, fue tras él, pero el uniforme de la escuela no la dejaba ir muy rápido.
Ruby terminó de cocinar y dijo:
¡El desayuno está…! – pero vio que Robert y Mindy entraban en la cocina corriendo. - ¿Y qué con ustedes dos? – continuó diciendo Ruby.
Es que papá me retó a una carrera, para ver quién se comía los panqueques del otro – respondió Mindy recuperando el aliento.
Ustedes dos parecen dos chiquillos – dijo Ruby riéndose.
Robert le hizo cosquillas a Mindy, mientras ella se alejaba de él riendo.
Vamos, paren el juego, aquí hay panqueques para todos – anunció Ruby poniendo los platos de panqueques en la mesa.
Mindy y su padre agradecieron a Dios y comenzaron a comer. Ruby se alegró mucho, pues lo había preparado con mucho amor.
Mi amor, esto está riquísimo, eres la mejor – dijo Robert saboreándose.
Sí, mamá, están muy buenos – añadió Mindy con la boca llena.
Coman con calma, nadie se los va a quitar – respondió Ruby riéndose.
Sabes que siempre como rápido, no sé por qué te sorprende – dijo Robert.
Solo me preocupo por ti, amor, sabes que no me gusta que comas tan rápido – respondió Ruby.
Gracias, amor, pero si me tardo mucho, no me da el tiempo suficiente para correr las millas que quiero. Sabes que no me gusta llegar tarde al trabajo, sabes mi lema… - dijo Robert, pero Mindy lo interrumpió antes de que terminara.
“Nunca se llega a tiempo, se llega temprano o tarde, pero nunca a tiempo” – dijo Mindy y sus padres se rieron al escucharla. - ¿Qué? ¿De qué se ríen? Es cierto, es el viejo lema de papá – añadió ella.
Ajá y, ¿cómo sabes que es tan viejo? – preguntó Robert mirando a su hija con los ojos entrecerrados.
Ruby se dio cuenta e interrumpió diciendo:
Mira no más qué hora es, ya casi pasará el camión de la escuela. Vamos, Mindy, para que no llegues tarde.
Mindy tomó sus cosas para irse con su madre a la parada del camión. Estaba a punto de salir, hasta que, de repente, giró y le dijo a su padre mirándolo a los ojos:
Papá, no he olvidado mi sorpresa. No puedo esperar para ver cuál es la mascota que me traerás de regalo, todavía no puedo creer que tendré una – Robert le sonrió y Mindy se fue dando brinquitos de alegría.
Ruby y Robert se miraron sorprendidos, sin saber qué decir.
¡Mamá, por ahí viene el camión! – gritó Mindy desde la parada.
Ruby se fue con ella y Robert se quedó mirando cómo se alejaban de la casa, notaba lo alegre que se veía su hija y pensó en cómo haría para conseguir una mascota.
Disfruta tu día, mi amor – dijo Ruby a Mindy mientras se montaba en el camión.
Gracias, mamá, no puedo esperar para mostrarles a todos mi mascota y llevarla a la escuela – respondió Mindy.
Muy bien, mi amor – dijo Ruby viendo a su hija saludar a sus amigos.
Ruby regresó a la casa y, cuando no vio a Robert en la cocina, comenzó a llamarlo:
Robert, Robert, ¿dónde estás?
Robert entró en la cocina y contestó algo preocupado:
Aquí estoy, ¿qué pasó? ¿estás bien?
No sé cómo vas a hacer, pero hay que conseguirle una mascota a Mindy – dijo Ruby muy seria. – No sé por qué tuve que decirle que le daríamos una mascota.
Robert, al notar lo preocupada que estaba su esposa, le dijo:
Tranquila, mi amor, estoy contigo en las buenas y en las no tan buenas. Así que…
Hasta que Ruby miró detalladamente la ropa que se había puesto su esposo y se echó a reír interrumpiéndolo. Robert se extrañó y le dijo:
¿A ver de qué te ríes? ¿Acaso no te gusta mi traje para correr?
Es que te ves muy atlético con esos pantalones ajustados – respondió Ruby.
Mira no más la hora que es, me voy o sino no me dará el tiempo para correr las millas que me gustan. Además, tengo que ver cómo le hago para conseguir una mascota – dijo Robert.
Ruby se despidió de él con un beso y se fue a organizar la sala. Robert salió de la casa y se puso a estirar sus músculos para comenzar a correr. Cuando estuvo listo, inició su rutina, pero en su mente solo rondaba una sola cosa… ¿Cómo conseguiría una mascota para su amada Mindy?
Uno de los vecinos lo saludó riéndose de la ropa de correr que tenía puesta, pero a Robert no le preocupaba nada de eso. Solo tenía mente para pensar en la sorpresa de Mindy.
Minutos después, cuando pasó por un área de construcción, escuchó a unos perros ladrando y se le ocurrió que tal vez, podría tomar uno. Cuando se les acercó, notó que los perros estaban muy bravos y, sin saber qué más hacer, continuó con su ruta mirando a todos lados por si alguna idea venía a su mente.
Cada minuto que pasaba, era un minuto menos para que Mindy volviera de la escuela, esperando encontrar a su nueva mascota.
La Escuela
Mindy escuchó la voz de varios de sus amigos llamándola:
Ven, te guardé un asiento – dijo Abona.
Cuando ella escuchó su voz, se alegró mucho y se sentó junto a sus amigos. Mike y Tick estaban adelante y Abona y Mindy estaban atrás. Dorma estaba sentada al otro lado guardándole el asiento a Dobry.
Mindy, ¿tus padres ya te dijeron cuál sería tu nueva mascota? – preguntó Abona.
Cuando todos escucharon la pregunta, estuvieron muy atentos de lo que su amiga fuera a responder.
No, amiga. Mis padres insisten en que es una sorpresa – respondió Mindy.
Debe ser algo muy especial, porque tienen el secreto bien guardado – dijo Tick ajustándose los audífonos que siempre tenía puestos.
Mike, al notar que Mindy no respondía nada, dijo:
Bueno, pues nos tocará esperar hasta que sus padres se la entreguen.
Mindy asintió con su cabeza, hasta que, de repente, Dorma dijo:
Oigan, ahí viene Dobry.
Todos le hicieron una señal para que se hiciera junto con ellos. Dobry los saludó y se sentó con Dorma.
¿Qué te dio tu mamá hoy en la bolsa? – preguntó Mindy.
Me dio donitas, papitas y naranjas, ¿cuál quieren? – respondió Dobry.
¡Donas! – gritaron todos al tiempo.
Así que ella abrió las donitas y les dio una a cada uno. Mientras comían, Dobry quiso decir algo, pero como tenía la boca llena de comida, nadie le entendió nada. Entonces Tick terminó de comer y le dijo a su amiga:
¡Ah! Dobry, no hables con la boca llena, es asqueroso y tiras la comida por todos lados.
Mindy y los demás se echaron a reír, así que Dobry terminó de comerse la dona y dijo:
Disculpen, siempre se me olvida hacer eso.
De repente, el motor del autobús comenzó a hacer ruidos similares a unas explosiones, dejando atrás una gran nube de humo.
Solo espero que el autobús no nos haga llegar tarde de nuevo – dijo Dorma.
Varios minutos después, el chofer estacionó el bus escolar en el mismo lugar que siempre y luego abrió la puerta diciendo:
¡Ya llegamos, chicos!
Todos bajaron rápido, pero Mindy se quedó adentro esperando un poco más, pues el autobús siempre hacía una gran nube de humo que a ella no le gustaba.
¡Oye, Mindy! Si no avanzamos, vamos a llega tarde – dijo Mike.
Mindy se bajó del autobús diciéndoles:
Gracias por esperarme, amigos.
No te preocupes, sabemos que no te gusta el humo del autobús – dijo Abona.
No la culpo, ese humo no es bueno para nadie, pero llegar tarde al salón, es peor – dijo Tick.
De repente, el chofer regresó al autobús y les preguntó:
¿Qué esperan, chicos? Es hora de entrar.
Sí, señor Thomas – respondieron todos mientras caminaban por el gran patio de la escuela.
Cuando pasaron cerca del área de juegos, los demás chicos los miraban con risas burlonas y en ocasiones decían:
Miren, ya llegaron los raros.
Pero a Mindy y a sus amigos no les importaba, pues se habían acostumbrado a no hacerles caso. Habían aprendido que, si se enojaban con ellos, más se burlaban y les decían cosas peores.
Después de caminar un rato, llegaron a la entrada del edificio principal de la escuela.
La directora era la señora Migdalia, una mujer muy seria. Los compañeros de Mindy, al verla, se detuvieron, pues ella les daba miedo.
Sin embargo, Mindy no le temía, porque conocía cuál era su punto débil. Así que Mindy no la molestaba a ella y ella no la molestaba tampoco.
La señora Migdalia, con sus campanitas en las manos, observaba a todos los estudiantes, haciendo una cuenta regresiva para que iniciaran las clases del día.
Cuando el tiempo se acabó, sonaron las campanas que tenía en sus manos y dijo en voz alta:
Vamos, chicos. Es hora de entrar.
Todos sabían que tenían cinco minutos para entrar a sus salones y, a la señora Migdalia, le gustaba castigar a los niños que se tardaban más. Entonces todos se movían lo más rápido posible, para evitar ser los últimos.
Mindy se reía en su interior viendo la manera en la que todos corrían asustados, así que hizo una señal a sus amigos, diciéndoles que ahora era buen momento para entrar, pues a ninguno le gustaba caminar por los pasillos llenos de gente. De esta manera, evitaban a quienes los molestaban.
La señora Migdalia, al ver que Mindy sonreía, le dijo:
Buenos días, jovencita Mindy, veo que vienes con tus amigos como siempre.
Mindy la miró y le contestó:
Así es, señora directora. Espero que tenga un buen día.
Sus amigos evitaban encontrarse con la mirada de la señora Migdalia, pero Mindy le devolvió la sonrisa y se despidió respetuosamente de ella. Continuó caminando y sus amigos la siguieron sin mirar atrás.
Dobry, al ser el último en entrar, intentaba evitar la mirada de la directora, pero aún así se asustó mucho y salió corriendo hasta llegar al lado de Mindy.
Amiga, no sé cómo le haces para no asustarte y hasta ser capaz de hablar con ella. Parece un robot que tiene rayos láser en los ojos, a veces pienso que en cualquier momento me disparará y me hará polvo – dijo Dobry en voz baja.
No se preocupen, amigos, mientras ustedes estén conmigo, estarán bien – respondió Mindy con una sonrisa.
Pero qué extraña es esa mujer – dijo Abona.
Luego les cuento por qué ella es así, pero ahora hay que entrar a clase – dijo Mindy.
¿En serio nos lo dirás? – preguntó Dobry. Mindy asintió con la cabeza, mientras todos guardaban sus cosas en sus casilleros.
¡A estudiar! – gritó Mindy.
Todos fueron hasta ella, hasta que volvió a decir:
Solo recuerden que no se vale interrumpir en el salón. No hay excepciones a la regla, lo que menos queremos es perder el recreo por estar castigados.
Nada de comida en el salón, Dobry – advirtió Tick.
Todos se echaron a reír. Dobry le sacó la lengua y respondió:
No olvides tus audífonos.
Tick se dio cuenta de que aún los llevaba puestos y salió corriendo hacia su casillero para guardarlos, mientras los demás reían y entraban al salón.
Segundos después, Tick entró arreglándose el cabello, sintiéndose raro por no llevar sus inseparables audífonos. Sin embargo, solo sus amigos se dieron cuenta de la cara que tenía.
Cuando todos estuvieron sentados, llegó el maestro, quien llevaba libros en sus manos y les dijo:
Qué bueno que están aquí a tiempo.
Y, sin decir nada más, puso sus cosas en su escritorio para comenzar la clase.
Encuentro inesperado
Robert dejó atrás a los perros y continuó con su rutina. Poco a poco se alejaba de su hogar y se acercaba más a la ciudad llamada La Luna, la cual se llamaba así porque era un lugar lleno de luz y vida, tanto de día, como de noche. A Robert le gustaba recorrer la ciudad por las mañanas, ya que, a esa hora, todo estaba más tranquilo.
Continuó su camino disfrutando su día, hasta que llegó al puente donde siempre cruzaba y se encontró con la sorpresa de que estaba lleno de troncos y máquinas de construcción. Se dio cuenta de que sería imposible pasar el puente, así que buscó una manera de cruzar al otro lado sin desviarse mucho de su camino.
Al no encontrar una solución a su problema, se sentó en un banquito a pensar, hasta que de repente, vio a unos jóvenes en bicicleta cruzando el puente por debajo.
Se ve complicado, pero si ellos pueden cruzarlo con sus bicicletas, yo también puedo – dijo en voz baja.
Se acercó a la parte izquierda del puente, notó que había unas rocas y le pareció buena idea usarlas para bajar. Cuando llegó, también observó otras cosas que no había visto antes. Se sorprendió y buscó el camino para poder continuar.
Pasó por un pequeño lago y vio a unos patos y a unos pajaritos bañándose. A lo lejos también observó a los jóvenes montados en sus bicicletas. Robert se alegró de verlos y sonrió, porque si no fuera por ellos, no se le habría ocurrido la idea de cruzar el puente por abajo y encontrar ese nuevo camino.
Los jóvenes de ahora son muy ingeniosos. En mis tiempos, me hubieran regañado por brincar como lo hice – dijo con una sonrisa y continuó por un pequeño camino hecho de piedras.
Como por allí solo cabían dos personas, Robert corría cuando iba solo, pero caminaba despacio cuando veía a alguien más. Cuando se acercó al lago, notó que estaba lleno de muchos pececitos de colores.
Continuó el caminito, hasta que llegó a una parte donde se dividía en dos. Robert eligió el camino más cercano al lago, pues, desde donde estaba, se podían ver más cerca a los jóvenes en bicicleta. Además, los edificios de la ciudad estaban ubicados en esa dirección.
Lo único curioso de ese camino, es que parecía mucho más solitario que el otro. Cuando iba a la mitad, Robert notó algo muy raro en esa parte del lago, pues el agua se movía.
Cuando se acercó para observar, recordó que debía encontrarle una mascota a Mindy y con todo lo ocurrido en el puente, lo había olvidado.
Robert se acercó a ver si podía atrapar uno de los pececitos para su hija, pero el movimiento del agua se detuvo.
Creo que espanté a los peces – dijo en voz baja.
Él se quedó quieto unos minutos, pero no pasó nada. Regresó al camino muy pensativo, hasta que, de repente, vio a un jovencito en bicicleta acercándose a toda velocidad.
Cuando Robert se dio cuenta, se apartó rápidamente del camino, tropezando con una roca que no había visto antes y cayendo al agua.
El jovencito se asustó y pedaleó con fuerza, alejándose del lugar. Robert salió empapado del agua y se echó a reír de sí mismo, pensando de dónde había salido esa roca.
Mientras se sacudía del agua, notó que la roca comenzó a moverse, lo cual lo tomó por sorpresa y, del susto, casi cae al agua otra vez.
Cuando estuvo más calmado, notó que la roca no era una roca realmente, ¡era una tortuga! Algo sucia, pero una tortuga al final.
Robert observó la dificultad con la que caminaba, entonces se acercó un poco a ella.
Parecía estar perdida, así que la tomó del caparazón y la dejó en el suelo en dirección al lago, diciéndole:
Amiguita, hacia allá es peligroso, así que regresa al lago. Nadie se tropezará contigo ni te aplastará.
Robert la miró fijamente, pero ella no se movía.
Vamos, amiguita, ve hacia el agua – continuó diciendo a la tortuga.
De repente, pareció que la tortuga escuchó sus palabras, porque comenzó a caminar.
Eso es, amiguita, muy bien. Vuelve a tu casita – la animó Robert.
Pero la tortuga en vez de caminar hacia el lago, se dirigió hacia el camino de piedras, entonces Robert se detuvo frente a ella diciendo:
No, hacia allá no, es peligroso. Ve hacia el agua.
Pero la pequeña tortuga no le hacía caso. Entonces Robert se molestó, le dejó el camino libre y dijo:
¿Sabes qué? Si deseas ir hacia allá, hazlo. No te quejes si alguien te atropella.
Robert siguió su camino, pero, al alejarse, escuchó a lo lejos al grupo de jóvenes que venían en sus bicicletas. Se preocupó por la tortuga y comenzó a buscarla, hasta que se dio cuenta de que ella ya iba a mitad de camino.
Pero, ¿por qué no me haces caso? No seas terca y vuelve a la orilla, que te van a aplastar y quedarás como un pastel en la cara del cumpleañero – dijo Robert, mientras se acercaba a ella.
Pero, para la angustia del padre de Mindy, los jóvenes llegaron primero al lugar donde estaba la tortuga, pasando muy cerca de ella en sus bicicletas. Robert volteó la mirada esperando lo peor, pero los jóvenes pasaron sin hacerle ningún daño a la pequeña tortuga.
Sorprendido, llegó a su lago y le dijo:
¡Increíble! Tienes mucha suerte.
La pequeña tortuga lo miró por unos segundos y siguió su camino.
¿Sabes qué? Si no me haces caso, me iré. Ya casi se me acaba el tiempo y todavía queda camino por correr – dijo Robert alejándose de ella.
Cuando estuvo lejos, volteó a mirarla por última vez y vio que otro grupo de jóvenes se acercaba a ella de nuevo. El grupo estaba liderado por el jovencito que casi chocó contra él hace un rato.
Robert pensó lo peor, pues ya estaba muy lejos de la tortuga y se quedó mirando lo que iba a ocurrir.
Corre, tortuguita, te van a aplastar – susurró.
Pero para su sorpresa, la tortuga se detuvo, levantando la cabeza hacia donde estaba y comenzó a caminar lentamente hacia él. El padre de Mindy se percató y empezó a hacerle señas con las manos, diciéndole en voz baja:
Pero, ¿qué haces? No seas tonta, para acá no, te aplastarán, vuelve.
Sin embargo, por más que se esforzara, la tortuga seguía caminando hacia él.
Segundos después, lo inevitable ocurrió. El grupo de jóvenes pasó muy cerca de ella.
Robert observaba todo con mucha atención.
¡Ay! Ahora sí, hasta aquí llegó – dijo Robert en voz baja.
Tres de los ocho jóvenes, pasaron sin aplastarla, pero él notó que los demás estaban mucho más cerca que la última vez. Así que no aguantó más y salió corriendo, mientras gritaba:
¡Cuidado la aplastan! ¡Cuidado la aplastan!
Pero cuando el líder del grupo lo escuchó, dio la vuelta regresando por el camino con sus compañeros.
Robert se acercó rápidamente a la tortuga y se decía a sí mismo en voz baja:
De seguro ahora sí la aplastaron. Yo te lo dije, pero no me hiciste caso.
Pero cuando la vio, quedó sorprendido.
No puedo creerlo… ¡Estás viva! ¡Estás bien! Debes ser la tortuga con más suerte en el mundo – dijo Robert tomándola en sus manos y llevándola a la orilla del lago. - Déjame limpiarte, eres una tortuga suertuda, pero de cabeza dura.
Luego de limpiarla y observarla bien, se acordó de nuevo de Mindy, sonrió y le dijo:
¿Sabes qué, amiguita? Creo que serás la mascota ideal para mi hija. Además, así te salvaré de que te aplasten. Desde hoy serás parte de la familia Cross, pero te advierto, esa cabeza dura tendrá que aprender a obedecer a los mayores.
Robert estaba muy alegre de haber encontrado finalmente la mascota de Mindy. La secó, la cubrió con su toalla pequeña y continuó su camino.
Hasta que revisó qué hora era y se dio cuenta de que no podría terminar su rutina a tiempo, así que decidió regresar por donde había venido, para prepararse para ir al trabajo.
Luego de subir por las piedras, sintió que la toalla de la tortuga estaba muy mojada y, al olerla, se dio cuenta de que ella se había orinado encima. Robert, con un poco de asco, la sacó de la toalla y le dijo:
¡No, no, no! No se hace pipí encima, ¡para eso hay baños! Te la dejaré pasar hoy, porque estás estresada, pero tendrás que aprender que eso no se hace.
La tortuga solo lo miró atentamente y él la envolvió en una toalla mucho más grande, que llevaba alrededor de su cuello y le dijo nuevamente:
Bueno, amiguita, serás un regalo muy especial, ya lo verás.
Cuando tuvo todo listo, continuó su camino a casa muy alegre, pues ya tenía el gran regalo que le había prometido a su hija.
Después de la Escuela
El timbre de la escuela sonó, indicando que las clases habían terminado por el día de hoy.
Todos los estudiantes de diferente edad y nacionalidad, salieron al gran patio que estaba frente a la escuela, llamado Los Estorbos. Fue llamado así por su fundador Mario La Prisa, pero lo más singular del lugar no era su nombre, sino la gran competencia de talento de mascotas que celebraban allí. El animal más sorprendente, ganaba.
Todos los estudiantes podían participar mostrando a sus mascotas y los trucos que sabían hacer, para competir por el gran premio.
Mientras la mayoría salía de la escuela y algunos dejaban sus cosas en los casilleros, Mindy guardó sus pertenencias en su mochila y, mirando a lo lejos, vio a un grupo de jóvenes que se preparaba para correr en sus patinetas.
De repente, la maestra Nark salió de su salón y observándola, le dijo:
Mindy, ¿estás bien? Te he visto algo distraída hoy, pareces preocupada.
No es nada importante, maestra – respondió Mindy.
Sé que no se trata de tus notas, porque eres una de las mejores. Estoy aquí para ayudarte, estoy aquí, cuéntame – dijo Nark con una sonrisa tranquilizadora.
Mindy no sabía si decirle o no. Mientras lo pensaba, la maestra continuó diciendo:
A ver, dime, esto será entre tú y yo.
Mm… Lo que pasa es que el día de mi cumpleaños, mis padres me sorprendieron diciéndome que tenían una mascota de regalo para mí, pero no me la pudieron entregar, porque la tormenta eléctrica atrasó los envíos – dijo Mindy algo nerviosa.
Está bien, no te preocupes, tal vez te llegue hoy – respondió la maestra.
Pero no es solo eso, no sé de dónde mis padres van a sacar dinero para una mascota, ni mucho menos para pagar el envío. Como dice Nacaco: “nosotros no tenemos ni en dónde caer muertos” – dijo Mindy cabizbaja.
La maestra al escuchar lo último que dijo, la interrumpió diciendo:
¡Por Dios, Mindy! No digas esas cosas, que Dios les guarde y les proteja.
Mindy aguantó la risa y le contestó:
Maestra, es un decir que le escuché a Nacaco. Significa que no tenemos dinero para nada.
¡Oh! Ahora entiendo, pero qué dicho tan feo. Mindy, no todo lo que los adultos dicen, tienes que repetirlo, en especial si viene de Nacaco. Debes ser una jovencita educada y de buenos modales, no dejes que se te peguen las cosas malas – dijo Nark y Mindy asintió con su cabeza. – Mira, con respecto a la mascota, no te preocupes. Si tu papá no tiene dinero, puede ir al bosque y allá encontrará muchos animalitos solos que necesitan un hogar. No sé si le puedas enseñar un truco, pero al menos participarás y no te sentirás mal por no participar en la competencia. No todo en la vida es ganar, también hay alegría en compartir y participar.
Muchas gracias, maestra. Ya me tengo que ir, no quiero perder el autobús – dijo Mindy, mientras cerraba su mochila.
Todavía tienes tiempo – dijo Nark
Es cierto, pero mis amigos también me esperan y quiero verlos antes de irme, maestra, usted sabe cómo es el señor Thomas – respondió Mindy.
Está bien, te veo luego – dijo la maestra y Mindy se despidió, mientras corría hacia el patio trasero de la escuela.
Nark la observó sonriendo y pensó:
Tal vez no le gustó la idea, conociendo a su padre, es capaz de tomar un animalito de la calle. Pronto lo sabré.
Mindy llegó al patio delantero y se detuvo a pensar en lo que la maestra le había dicho.
¿Un animal del bosque? Eso sería como robar un animal de la calle.
Cuando sus amigos la vieron, comenzaron a llamarla. Ella les devolvió el saludo y bajó los escalones de la entrada principal, Dobry al verla, dijo:
Amiga, esta vez sí te tardaste muchísimo, ¿te castigó la maestra?
Sí, dinos, ¿qué hiciste? ¿te atraparon copiando? ¿comiendo? ¿durmiendo? – preguntó Tick con curiosidad, pero Mindy lo interrumpió.
No seas payaso, no es nada de eso.
Sí, no digas esas tonterías ni de broma, sabes que somos nosotros quienes nos copiamos de ella – dijo Dorma. Tick le sacó la lengua y se echó a reír.
Oigan, no olviden que mañana es la competencia de las mascotas. Hay que prepararnos bien, pero no se molesten cuando me lleve el premio otra vez. Llevo todo el año preparándome – dijo Mike con mucha seguridad.
Este año no, porque ganaré yo – dijo Abona.
Dobry, al ver que el ambiente se estaba poniendo tenso, los interrumpió diciendo:
Eso lo sabremos mañana en la competencia, pero por ahora hay que irnos, o sino el señor Thomas nos dará uno de sus largos discursos, por llegar tarde al autobús.
Cuando el chofer abrió las puertas, todos subieron y tomaron sus asientos como lo hacían cada día. Los niños y niñas jugaban y platicaban, pero Mindy seguía pensativa mirando por la ventana. Imaginaba cuál sería su mascota y si lograría hacer trucos para ganar la competencia.
En el autobús solo se oían comentarios de lo que pasaría el día de mañana.
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